Despertadores, almuerzos, comidas, horarios, actividades, deberes… Y no me refiero solo a los niños.La vuelta a la rutina ha empezado oficialmente este lunes, con la vuelta a las clases de los más pequeños; pero hay para quienes las vacaciones ya han quedado lejos.

Además para muchos el año empieza en Septiembre, y con él vienen los cambios de muy diversa índole y en distintos ámbitos: casa, trabajo, ropa, gastos, propósitos, entre otros.                                                                             Lo que conlleva mucha ilusión pero también…

…INCERTIDUMBRE

Y es que la tolerancia a la frustración es un tema del que ya hemos hablado, pero la tolerancia a la incertidumbre no es menos importante…

Mucho se ha escrito sobre la duración óptima de unas vacaciones, personalmente no me atrevo a hacer ninguna afirmación, puesto que en mi opinión, esta es individual para cada uno y depende de muchos factores. Pero algo que he oído más este año que ningún otro es la depresión PRE POSTVACACIONAL, gente todavía de vacaciones que se las acorta pensando en lo que le esperará al volver, que además no sabe ni tiene manera de saber si lo que imagina es cierto y que por supuesto imagina lo peor. Cabría preguntarse qué factores están influyéndole a esta persona que le hacen estar siempre alerta, que se preocupan por si se tienen que preocupar, que tienen miedo al miedo, que anticipan siempre de forma negativa… y que en definitiva, merma su capacidad de disfrutar.

Con lo cual, su afrontamiento del nuevo curso también será distinto. Estas sensaciones que se deberían haber empezado a experimentar recientemente, llevan tiempo desgastándole, no se han ido de vacaciones.

…ESTRÉS

El término “estrés” fue acuñado en el campo de la física para explicar la relación existente entre la aplicación de una fuerza externa sobre un objeto y la distorsión que ésta produce en las cualidades del mismo. Más tarde en Biología, Medicina y Psicología comenzó a utilizarse para hacer referencia a determinados problemas de la interacción de los individuos con sus respectivos ambientes (Engel, 1985).

¿Cómo nos afecta? Hans Seyle propuso que en la base de todas las respuestas destinadas a mantener el equilibrio se encuentra la “respuesta de estrés”, que se da ante cualquier tipo de demanda que requiere un reajuste del organismo para afrontarla. Esta respuesta de estrés constaría de tres fases: reacción de alarma, fase de resistencia y, por último, fase de agotamiento. Y, lejos de ser patológica y aunque culturalmente el estrés se concibe como algo negativo, es adaptativa y necesaria, pues facilita la supervivencia. Si nosotros no paramos cuando debemos hacerlo, el cuerpo nos parará.

CUANDO LA ANSIEDAD SE CONVIERTE EN ANGUSTIA

Una cosa es cierto grado de ansiedad, por estar sometido a cambios y por llevar un ritmo de actividad elevado (por decirlo de una manera suave), y más viniendo de todo lo contrario… Pero la cosa cambia cuando esa presión en el pecho se convierte en asfixiante, cuando experimentamos sensación de bloqueo mental, se nos retrasan los plazos de todo aquello que nos proponemos cuando antes hubiéramos podido cumplirlos, tenemos cambios de humor, nos volvemos excesivamente dependientes o solitarios… Quizás sea hora de plantearse todas aquellas preguntas que llevamos tiempo retrasando y que hemos intentado por todos los medios no hacernos (gimnasio, viajes, escapadas, terapia ocupacional, no quedarnos nunca solos y muchos otros métodos, menos saludables), y uno no tiene por qué hacerlo solo.

Las vacaciones y la vuelta en septiembre es para muchos un periodo de reflexión, de introspección y autoanálisis. De desconectar o, como yo prefiero decir, de volver a conectar con uno mismo. Y volver a la rutina y coger el ritmo requiere un tiempo, una adaptación, se tenga la edad que se tenga. Ni que decirse tiene que el impacto es mayor cuando uno tiene a otros a su cargo de los que responsabilizarse. Puede que la vuelta sea dura, pero sería un error tanto disfrazar algo más profundo con la excusa de la vuelta de vacaciones como patologizar un proceso adaptativo normal.