Preguntas Frecuentes

Si voy al psicólogo ¿es qué estoy loco?

Pedir ayuda es el primer síntoma de salud mental. Igual que vamos a otros especialistas médicos para revisar que todo esté bien, hay momentos de nuestra vida que requieren de una revisión de nosotros mismos, de nuestras emociones y de nuestro día a día.

 

¿Quién debe ir a terapia?

Todo el que crea que quiere mejorar algún ámbito de su vida. En la terapia trabajaremos conjuntamente para un bienestar psicológico pleno que repercutirá aumentando la calidad de vida de la persona.

 

Yo es que no creo en la psicología…

La psicología no requiere de fe alguna, se trata de una ciencia y como tal, posee un método por el que regirse. Cualquier tratamiento que no se rija por un método derivado de un marco teórico (que en psicología concretamente hay muchísimas vertientes o escuelas) que aporte y provenga de evidencias contrastadas y contrastable no puede considerarse como tal.

 

¿Cómo trabajamos? / ¿En qué consiste la terapia?

El trabajo que realizamos con nuestros pacientes comienza con un conocimiento mutuo en el que la intimidad y la privacidad son la base del afianzamiento, a través del cual se desarrolla una relación paciente-terapeuta transformadora, con un conocimiento interior profundo, así como un análisis constante del pasado presente y futuro de uno mismo. Durante el camino a recorrer se le da un sostén y acompañamiento emocional constante.

En este trayecto se irán trabajando todos los déficits del paciente, tanto conscientes como inconscientes, que puedan influir en mayor o menor medida en la vida de la persona, siendo esta quien marque los ritmos y la intensidad de todo el proceso. Por otro lado se trabajará el ensalzamiento de todas las características que uno tiene y que generan emociones positivas y facilitan la vida.

El objetivo final de este trabajo conjunto, será generar autonomía, bienestar y capacidad de trabajo y aceptación, para con ello tener una vida más estable, feliz y productiva.

En resumen, a través de un trabajo conjunto, se hace la vida de los pacientes más estable y fructífera

 

¿Sólo hablando me vas a curar?

La palabra o verbalización es el camino que abre la puerta al resto de procesos que se desarrollaran en uno mismo para el cambio.

Mediante la palabra se activan los procesos psíquicos necesarios para poder experienciar, sentir, analizar, elaborar, resemantizar e integrar emociones y vivencias ocurridas en el pasado, pero también en el presente, de manera distinta a como se había hecho hasta el momento.

¿Tengo que hablar de mi infancia?

No es un requisito imprescindible, es habitual hablar de ella porque forma parte de lo que se es en el presente. Se trata de una etapa de aprendizaje donde se asienta mucho de lo que somos ahora. Es importante como periodo evolutivo y desarrollo formativo, pero la terapia no se centra de manera única en ella, ni mediante ella se pueden explicar todos los fenómenos que causan malestar a la persona. Cada caso requiere hablar de distintas temáticas, y la infancia, no tiene por qué ser en la que se necesite centrarse especialmente.

¿Es obligatorio tumbarse?

Por supuesto que no, cada persona tiene más facilidad para trabajar de un modo distinto. Es cierto que el uso del diván varía mucho de unos profesionales a otros, pero el motivo principal por el que se usa es porque facilita la libre asociación de ideas del paciente, además de que, y especialmente en la fase inicial, ayuda al paciente a vencer ciertas barreras como la vergüenza.

Además, no es aconsejable en todos los casos, depende mucho del motivo de consulta y del sufrimiento emocional de cada persona.

 

Sobre la confidencialidad

El Código Deontológico ordena en los artículos 39,40 y 41 respectivamente que:

“En el ejercicio de su profesión, el/la Psicólogo/a mostrará un respeto escrupuloso del derecho de su cliente a la propia intimidad. Únicamente recabará la información estrictamente necesaria para el desempeño de las tareas para las que ha sido requerido, y siempre con la autorización del cliente.”

“Toda la información que el/la Psicólogo/a recoge en el ejercicio de su profesión, sea en manifestaciones verbales expresas de sus clientes, sea en datos psicotécnicos o en otras observaciones profesionales practicadas, está sujeta a un deber y a un derecho de secreto profesional, del que, sólo podría ser eximido por el consentimiento expreso del cliente. El/la Psicólogo/a velará porque sus eventuales colaboradores se atengan a este secreto profesional.”

“Cuando la evaluación o intervención psicológica se produce a petición del propio sujeto de quien el/la Psicólogo/a obtiene información, ésta sólo puede comunicarse a terceras personas, con expresa autorización previa del interesado y dentro de los límites de esta autorización.”

“Cuando dicha evaluación o intervención ha sido solicitada por otra persona – jueces, profesionales de la enseñanza, padres, empleadores, o cualquier otro solicitante diferente del sujeto evaluado-, éste último o sus padres o tutores tendrán derecho a ser informados del hecho de la evaluación o intervención y del destinatario del Informe Psicológico consiguiente. El sujeto de un Informe Psicológico tiene derecho a conocer el contenido del mismo, siempre que de ello no se derive un grave perjuicio para el sujeto o para el/la Psicólogo/a, y aunque la solicitud de su realización haya sido hecha por otras personas.”

Y por él nos regimos. Además es la base de nuestro trabajo y uno de los principios éticos claves que no puede ser vulnerado.

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