Pertenecemos a una sociedad, la cual no hemos elegido, donde las canciones hablan de amor, de lo mucho que se aman dos personas y de lo difícil que es la vida “si tú no estás”. En las películas románticas, se hace énfasis a lo idílico que es tenerse, vivir el uno junto al otro, ser uno…

De niños hemos crecido, con una mayoría de películas en las que la princesa está en apuros, y es el príncipe el que tiene que rescatarla para que sea SU reina, salvándola de dragones y otros peligros de cuento de hadas.

 

Pero… ¿Dónde queda la LIBERTAD, los proyectos individuales y la independencia?

Nos pertenecen objetos como una casa, un ordenador, un móvil o incluso una mascota, pero no somos los propietarios de una persona. El ser humano no pertenece, más que a uno mismo, al universo y sus vivencias.

Nadie tiene derecho a quitarte tu identidad o cortar tus alas.

 

relaciones románticas y consecuencias.

Llevamos 200 años asumiendo un estereotipo, el cual está más que afianzado, basado en el completarse el uno al otro, el ser uno y convertir cada día de la otra persona en el mejor día de su vida por estar juntos.

Conoces a una persona, empiezas a quedar, primeros acercamientos, primeras caricias, gestos, besos… todo es maravilloso. Vives en una nube de unicornios y pétalos de rosa de la que nadie puede bajarte. No hay errores, no hay fallos, todo es nuevo único y perfecto…. No hay nada que reprochar. Empiezan a crearse dinámicas, a hacer cosas juntos, cosas que comienzan a convertirse en hábitos. Piensas que esto no lo has vivido, jamás… es único… ESTA ES LA PERSONA…. No quiero separarme de ella por nada en este mundo (no vaya a ser que te la quiten…).

El tiempo pasa y las nuevas dinámicas (de dos) comienzan a convertirse en necesidades, empieza a ser imprescindible que sea con la otra persona… de no ser así, podría empezar a interpretarse como “egoísmo” por no hacerlo con la otra persona….

Aquí comienza el error, dejamos de ser uno para ser, siempre, dos. Hemos de ser lo suficientemente racionales, dentro de lo irracional que es para un ser humano el amor, para no perder esa parte de ti tuya que te pertenece a ti y sólo a ti. Que un amor, no nos cueste nuestra propia libertad, nuestras actividades individuales, nuestros amigos propios e incluso nuestra propia soledad. Entender que para ambos este individualismo es lo que nos dota de la fuerza suficiente para que vuele la cometa del amor.

 

Conversación como herramienta principal

Si queremos fomentar la independencia y la libertad individual, tenemos que hablar, y hablar de todo, sin que nada pueda ser un problema. Hay cosas que, dentro de una relación, pueden “tensar” más que otras; es lógico, pero para eso se hablan. Tienes delante a tu pareja, la persona que quieres, no hay nada que temer, las palabras nunca mataron a nadie. Si algo da miedo puedes tocar a esa persona saber que está ahí, que el plan que va a hacer sin ti no te hace que vaya a desaparecer… la confianza nace de la conversación.

 

No hay que temer decir un plan sin tu pareja, y mucho menos tener que “negociarlo” como si de un trueque se tratase “como tu saliste con tus amigos/as ayer, hoy voy a salir yo vale? Es lo justo” … esto no es algo sano. La pareja es precisamente la persona en quien volcar toda la confianza y comprensión, en la que volcar todo lo bueno de cada uno.

 

 

yo y mi pasado

A la hora de hablar con tu pareja, es muy importante tener en mente que en la conversación no entran en juego solo las personas que hablan, sino también sus experiencias vitales, así como otras personas de su pasado (no olvidemos que cada persona que pasa por nuestra vida nos deja un pedacito, para lo bueno o lo malo).

Aquí han de entrar dos actitudes en juego:
1 comprensión de que ha de adaptarse a ti, que quizás es un proceso que tenga que ir manejando poco a poco. Puede venir de un pasado que le haga desconfiar y tener miedos que tú ni te planteas

2 saber que delante de ti no está tu pasado, que es una persona nueva que si la has elegido es porque quieres que forme parte de tu futuro y no quieres repetir lo que ha pasado anteriormente, por lo que no se le puede presuponer que vaya a actuar igual. Alguien que te va a dar un nuevo futuro que será genial para los dos.

Disfrutar compartiendo un tiempo de calidad y en libertad

 

No hay mejor libertad que el aprovechar nuestro tiempo, dándole calidad. De esta forma también podremos agradecer el tiempo que otros nos dedican, pues sabes lo que significa. Si seguimos esta corriente podremos valorar a la persona que tenemos al lado, así como cada gesto que tiene con nosotros, sin creer que esos gestos son “lo que toca” y olvidando con el tiempo el valor que tiene, y por el contrario, dando más importancia a el “no detalle”, como medio de reproche.

Por tanto, como conclusión final, sería bueno recordar, que el espacio en pareja es vital, tanto el propio como el compartido. De hecho, lo más probable sea que cuidando y respetando el espacio individual, se enriquezca enormemente el espacio conjunto. Sentir necesidad del otro, echar de menos o tener tiempo para la reflexión son ejemplos de esas actividades que pueden ser el plus a tu pareja, que son complicadas de sentir o hacer si os pasáis cada instante juntos.

No olvidemos que la pareja no deja de ser 1+1. 

“Mía. Sólo mía. Miísima. Esa mía tan tuya de la que me he enamorado. Esa tuya tan nuestra que ahora siento sólo mía. Pero no es un mía de tenerte aquí atada conmigo. Es un mía que nada tiene que ver con la posesión. Porque contigo he aprendido que con la puerta abierta nadie se va. Porque contigo ya no soy lugar, sino destino. Porque mi máxima aspiración es convertirme en tu hogar, ese sitio al que siempre quieras volver. Aún cuando en la planta de tus pies traigas arena de otro mar”

-Risto Mejide-