Viviendo en un entorno en el que la guerra y la paz han sobrevivido de igual forma, en la que hay personas que no dudan en utilizar las vidas de otros en su propio beneficio, incluyendo su muerte con precio aceptable por dicho beneficio. Un mundo en el que viven los adultos y aprenden los niños.

La diferencia entre niños y adultos es la inocencia, ambos hacen daño, pero los niños no son conscientes de las consecuencias ni del precio de dichos actos. Sin embargo, los adultos, en muchas ocasiones, actúan a pesar del daño que pueden causar.

En distintos estudios podemos observar como los niños nacen con cierta predisposición al cuidado de los demás, en especial su entorno familiar. Un tipo de bondad, con un altruismo y un mecanismo de ayuda continua, innato. Está en mano de sus cuidadores, que la perdida de la inocencia, no suponga la pérdida de esta predisposición. 

 Niños bondad adultos sanos  

CLAVES PARA MANTENER LA BONDAD

  1. TOLERANCIA Y PACIENCIA (enseñar y tener)

Una de las claves para que el niño crezca sin ningún tipo de frustraciones es la paciencia. Con esta hacerles ver lo que deben hacer o lo que se espera de ellos, y con ello generar un sentimiento de no imposición, de conversación madura y adulta. Tenemos que ser tolerantes en situaciones que ellos crean tener cierto control de las situaciones, sin que se extralimiten.

La paciencia y la tolerancia, ha de ser interiorizada por ellos, para así mantenerla como bandera en el trato constante con el resto de seres humanos. Para conseguir una sociedad comprensiva y respetuosa, debemos criar una sociedad paciente y tolerante.

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  1. GRACIAS, POR FAVOR Y LO SIENTO

Para ver crecer a niños, y futuros adultos, educados y a mables, se han de inculcar y arraigar tres expresiones a fuego: Gracias, por favor y lo siento.

Deben aprender a agradecer, sabiendo que las cosas las consiguen porque son digno de ello, no por fortuna o azar. Así crecerán siendo conscientes de que pueden obtener casi todo lo que se propongan con esfuerzo y dedicación, y que es parte de ellos el valor por el que obtienen lo que reciben.

Para ser el “emergente sano” en una sociedad muy maleducada, donde ser prioriza la obligación y la rapidez, es esencial el aprender cómo pedir las cosas. Un simple “por favor”, hará que cambie de principio a fin el sentido de lo que se pide.

Saber aceptar un fallo, enmendarlo y aprender a asimilarlo, provocará en el niño un aprendizaje constante, para futuras circunstancias similares. Pedir perdón les convertirá en personas honradas y consecuentes de sus actos.

 

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  1. APEGO COMO HERRAMIENTA PRINCIPAL

Un apego saludable, marcará la diferencia entre un niño u otro. Debe generarse una calidez familiar, que nazca del consuelo y la consistencia para un entorno seguro, desde el cual explorar el mundo y jugar sin temer a nada. Y con esto, sin darse cuenta, esta familia le habrá dotado de la seguridad de que siempre, podrá contar con ellos, por grande que sea el problema.

Este apego será mejor gestionado desde la observación atenta en la cual, lo fundamental, es guardar la calma: si se cae el niño y se roza su rodilla, el cuidador no debe entrar en pánico, pues de ser así, se lo transmitirá a él. Debe calmarle a él y restarle importancia, esto hará que se tranquilice, y en el futuro en estas circunstancias, casi se reirá. Esta calma proporcionará al niño las condiciones adecuadas para desarrollar su capacidad de mentalización, o lo que es lo mismo, pensar sobre los sentimientos y sentir los pensamientos.

 

Otro error del que hay que ser conscientes para generar un apego seguro, es que hacer una muralla de regalos entre el infante y sus cuidadores, no aleja el miedo. Desaparecerá cuando les traslademos la confianza suficiente en los demás, en el mundo. Si la visión del mundo que adoptan, es que está lleno de peligros, no nos puede extrañar que se convierta en un adulto temeroso y dependiente emocionalmente, sobre todo ante los problemas que la vida propone.

Esto puede observarse en diferentes experimentos del precursor de la teoría del apego: John Bowlby.

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LA BONDAD COMO MEDIO DE EDUCACIÓN

Como conclusión final, si queremos mantener en el niño esa predisposición a ayudar y compartir, es decir, a ser socialmente saludables y bondadosos, tenemos que alejarlos de las costumbres sociales que intoxican el buen hacer. Debemos tratarlos como esperamos que ellos traten al resto, y con esto, habremos echado el mejor abono para que florezca esa sensibilidad por los demás que no les permita actuar con maldad.

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